sábado, 30 de junio de 2012

Almadén. Un interesante fin de semana

Hoy he escuchado en televisión la buena noticia de que las Minas de Almadén se consideran ya Patrimonio de la Humanidad. Hace cinco años, en un  feliz  fin de semana, pude visitarlas, y nada mas regresar hice este post que ahora os presento otra vez, actualizando la fecha, para celebrar tan merecido reconocimiento.


Almadén siempre suena a importantes minas de mercurio que estudiábamos en el colegio…Era un nombre de mineral, datos, cifras… Nunca se nos ocurrió ir a verlas…Y ahora que las han cerrado, desde el 2003, ahora nos ha entrado la curiosidad de ir a conocerlas… Las minas son un mundo duro, un mundo oscuro pero que, en el caso de Almadén, sirvió durante siglos para dar brillo y esplendor al oro y la plata del Nuevo Mundo y para que los Reyes (desde Carlos V) se sirvieran de ellas para conseguir préstamos y avales muy substanciosos…
Los primeros que, al parecer, las explotaron fueron los romanos, que obtuvieron del cinabrio el bermellón, utilizado para pintar decoraciones suntuosas y para embellecer a las mujeres de rango muy elevado… Sólo el emperador podía autorizar su utilización, tan importante era.
Pero pasaron los siglos y los árabes descubrieron otras formas de utilizar esa piedra rojiza con pequeños brillos incrustados…fue todo un descubrimiento, y Almadén salió para siempre del anonimato… En Almadén se conseguía el azogue… y los espejos fueron desde entonces más verdaderos y Lorca pudo decir de Silverio Franconetti que “su grito abría el azogue de los espejos…”… A ese metal tan diferente de cualquier otro, líquido, pesado y plateado, nosotros le llamamos “mercurio”…pues su gran movilidad le iguala al veloz dios romano mensajero de los otros dioses.
Pues bien, visitar Almadén resulta apasionante pues conoces un mundo que fue muy importante para nuestra economía y muy duro para los que trabajaban en él, con el riesgo, siempre inminente, de contraer la enfermedad propia de los vapores del mercurio: el hidrargirismo…

Y compruebas el inagotable ingenio humano que lograba mejorar las técnicas incluso en un medio tan hostil, conoces el rico vocabulario relacionado con la obtención del mineral, la cantidad de oficios a que daba lugar y te asombras de su largo viaje, metido en baldeses (recipientes de cuero) y mas tarde en frascos de hierro,
a lomos de mulas o en carretas tiradas por bueyes, desde Almadén (donde salían atravesando esta puerta)

hasta Sevilla, para allí  embarcar rumbo México  (Veracruz) o Perú, con el objeto de conseguir el más puro oro y plata extraído de sus minas… Y sobre todo valoras el inacabable esfuerzo de los mineros y sus sufrimientos y el horror de los forzados o galeotes que allí eran conducidos. El cronista Ambrosio Morales escribió en 1575 que estas minas eran “una verdadera representación del infierno”.
Y todo eso lo comprendes bajando al fondo de  la Mina, y visitando luego su gran museo

y escuchando las buenas explicaciones de Ramón en el Hospital de San Rafael donde atendían a los numerosos enfermos

Te  estremeces al visitar los restos de la cárcel...y viendo el dulce rostro de la Virgen de la Mina que siempre estuvo en sus profundidades y que tanto dolor debió contemplar

Y por si todo esto fuera poco, puedes alojarte en lo que fueron viviendas para los mineros, en una social, inteligente e innovadora idea del XVIII, diseñadas en torno a un espacio exagonal dedicado a Plaza de Toros... Es una "pasada" totalmente recomendable.


Como lo es pasear sus calles,  deteniéndose ante las ruinas del castillo árabe de Retamar que después fue de los Caballeros Calatravos,


y contemplando la fachada de la primera Escuela de Minas que hubo en España y en la Casa de la Inquisición…Almadén es un patrimonio geológico, cultural y humano, digno de conocerse.


Hotel Plaza de Toros: 926 264 333

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

miércoles, 27 de junio de 2012

México D.F. Museo Mural Diego Rivera


Al lado también de la Alameda, hay un pequeño Museo que creo debe ser único en el mundo, pues es un Museo para un solo cuadro...El cuadro se llama "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", y abarca una superficie de 15,67 m. de largo por 4,17 de alto... Pesa 35 toneladas

Unos comodísimos sillones se sitúan frente a él para que el atónito visitante pueda contemplarlo, tranquilamente, el tiempo que desee... También hay unos oportunos paneles indicando el nombre y el resumen biográfico de cada personaje: 76 en total

Diego Rivera  pintó este gran mural en 1947 para el elegante Hotel del Prado, situado en la Avenida Juárez, en el extremos sur del siempre concurrido Paseo de la Alameda.  Su primera ubicación fue el llamado "salón Versalles" del citado Hotel. Pero en 1960 se decidió trasladarlo al vestíbulo y dotarlo de una estructura metálica para protegerle. Quizá por eso el gran sismo que sacudió Ciudad de México en septiembre de 1985 y que dañó irremediablemente el Hotel respetó al gran mural, para el cual se construyó, en un lugar muy próximo, este  Museo que lo aloja desde entonces...

Una festiva tarde de domingo la gente pasea por La Alameda...y a la vez que pasean evocan  la historia de México... Desde la conquista a la colonización, la independencia, la invasión norteamericana, la intervención francesa, la Reforma, los movimientos campesinos y la Revolución de 1910, y la nueva burguesía y la nueva arquitectura...Todos los personajes, los reales y los evocados, tienen vida propia e infinidad de detalles y simbolismos, mientras la Alameda los acoge a todos

En el panel central, la Calavera-Catrina, una parodia de la vanidad de la burguesía urbana de la época, que creó el grabador José Guadalupe Posada, (que aparece del brazo de la "dama") lleva de su mano al niño-Diego Rivera ...y detrás de él Frida Kahlo, su tercera esposa, porta en su mano izquierda el símbolo del Yin-Yang de la filosofia china mientras su derecha se posa protectora en el hombre del niño-Diego



Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

domingo, 3 de junio de 2012

México D.F., Museo Arte Popular

MUSEO DE ARTE POPULAR


Alebrije en el Museo de Arte Popular
 El Museo de Artes Populares está situado muy cerca de los jardines de la Alameda, un hermoso paseo  
 
Paseo de la Alameda
Una oportuna placa nos cuenta que “Durante el segundo Imperio la Emperatriz Carlota lo embelleció con una rosaleda y tapizó los prados con pasto, En 1868 se cegaron las acequias de agua cenagosa (…) y en 1892 se instaló en él la luz eléctrica”,


Todos los datos -nos recuerdan- están sacados de la síntesis de una monografía sobre la Alameda escrita por don Artemio del Valle Arispe. 



El Museo se abrió al público en 2006, en un edificio construído en 1927 en estilo 
Art deco como Parque de Bomberos por el arquitecto Vicente Mendiola. En el   patio central se estacionaban los coches de bomberos y en sus tres pisos se ubicaban las oficinas. En el exterior destaca una torre en la esquina con una luz en la parte superior que se usaba para dar aviso de las emergencias.

 En la década de los 80 se abandonó su utilización porque  el crecimiento de esa parte de la ciudad ya no lo hacía adecuado y fue después muy dañado por el terremoto de 1985. Afortunadamente en los 90 se rescató el edificio con la idea de albergar en él una gran colección artesanal, proyecto que corrió a cargo de Teodoro Gonzalez de Leon quien lo restauró y actualizó. 

Ahora es un lugar donde sobre los fondos blancos triunfan, totalmente, los más variados colores y formas artesanas en singular armonía; una fiesta visual y un canto al buen gusto en todas sus manifestaciones de arte popular.



El árbol de la Vida 



 

Pero una vez al año, desde 2007, los Alebrijes, criaturas fantásticas, salen a la calle









Los Alebrijes salen a la calle
 
Con motivo del Día de Muertos (2 de noviembre) el Museo organiza, varios dias antes, un desfile con estas criaturas enormes y fantásticas y desde el Zócalo las conduce a la acera central del Paseo de Reforma, entre las glorietas del Ángel y la de Diana
 





Allí quedan instalados  ¡una gozada de colorido e ingenio! 

Don Quijote cabalga por Reforma



Como toda artesanía en México tienen un origen ancestral, pues el tallado en madera se dio entre los zapotecas en la ciudad de Oaxaca…Y por allí  sigue esta tradición. 

 Pero un artista más actual, Pedro Linares López, ha sido el inventor y artífice de esta nueva magia. Él, en 1936, estuvo tan grave que pensaba ya en morir, hasta que soñó que estaba en un bosque rodeado de fantásticos seres o animales imaginarios que lo devolvían de nuevo a la vida, mientras oía como una multitud les gritaba “¡Alebrijes, alebrijes!”…(He encontrado un origen muy curioso de esta palabra que se utiliza en “caló”, el lenguaje propio de los gitanos españoles, y que quiere decir: cosa enredada y difícil, de tipo confuso o fantástico…).  


A partir de ese momento, Pedro Linares se dedicó a perpetuar a sus criaturas soñadas y los creó en diferentes tipos de papel o de madera tallada y pintada…todo con esos colores vivos, luminosos en puro contraste, que forman parte del alma de México…Sostenidos en su gran volumen por una estructura de alambres o carrizo, han entrado por la puerta grande del Museo de Arte Popular.

Interior de un alabrije


 A Pedro Linares le concedieron, con todo honor, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1990 y hoy sus hijos y nietos continúan creando esta artesanía.
Revillagigedo 11, esquina con Independencia
06050 Ciudad de México, Distrito Federal, Mexico

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