lunes, 27 de febrero de 2012

Esquinas madrileñas (1º)



Hay quien ha dicho que una ciudad es un conjunto de esquinas inolvidables y, efectivamente, la evolución de la arquitectura urbana a primeros de siglo se inició cuando empezó a preocupar la forma de realzar los vértices de las calles... Al evocar las esquinas de Madrid, la silueta del Edificio Metrópolis en el inicio de la Gran Vía, por ejemplo, se nos convierte en icono de la ciudad como si de un decorado teatral se tratase...





En los comienzos de siglo XX se convirtió en un reto transformar la ciudad y el ambicioso proyecto de la Gran Vía fue el detonante para crear una arquitectura civil que en nada envidiara a los palacios e iglesias de siglos pasados... Claro que sólo las mas poderosas empresas y los más ricos aristocratas podían permitirse este lujo.

Y eso sucedió con la compañía de Seguros La Unión y el Fenix, que en un alarde adquirió esta estratégica esquina, en el propio inicio de la Gran Vía y la calle Caballero de Gracia. Se convocó un concurso internacional que fue ganado por Jules y Raymond Fevrier. lo cual confirmó el peso de los arquitectos franceses en ese momento, pues franceses también fueron los autores de los proyectos del Hotel Ritz, el Palas y el Casino...


Sobre la elegante cúpula de cobre, pizarra y plomo, cuya forma recuerda el casco de un bombero, se elevó en un principio el símbolo de la empresa, el orgulloso Ave Fénix... que en 1975, al cambiar la propiedad del edificio, fue sustituida por la Victoria alada del gran escultor Coullaut Valera


Pero hay muchas más esquinas que nos hacen alzar los ojos del suelo, para admirar la belleza que, unos geniales arquitectos, supieron conseguir para Madrid.


Como el edificio de la plaza de Alonso Martínez que hace esquina con la calle Sagasta.



Miguel de Cervantes, en su novela "La gitanilla" sitúa el campamento donde vivía Preciosa, la protagonista, en esta zona llamada Campos de Santa Bárbara: "Crióse Preciosa en diversos predios de Castilla, y a los quince años de su edad su abuela putativa la volvió a la Corte y a su antiguo rancho, que es adonde ordinariamente le tienen los gitanos, en los Campos de Santa Bárbara...".

Esta zona, hace poco mas de cien años, aún era un espacio en el exterior del muro o cerca que Felipe IV, hacia 1629, mandó alzar para delimitar la ciudad. Aquí estaba una de las tres puertas que la daban acceso por esta zona: la de Santa Bárbara aquí y las de Bilbao (o de los Pozos de la Nieve) y la de Fuencarral, en las actuales glorietas de Bilbao y San Bernardo (con este nombre conocemos los madrileños la que realmente se denomina "Glorieta de Ruiz Jimenez") respectivamente. A principios del siglo XIX en lugar de Campos de Santa Bárbara se conocia como Campo del tío Mereje.

PLano de Texeira (1665). Se aprecia sólo un molino fuera de la cerca y la Puerta de Santa -Bárbara, donde terminaba Madrid y empezaba la desolación de la que tantos autores nos hablan. Dentro de la cerca estaba el Convento de Santa Bárbara, situado en lo que hoy es la calle Orellana, fundado por el confesor de la Beata Maria Ana de Jesús; ella misma ocupó hasta su muerte, en 1624, una casita y una huerta en la muy cercana calle de Serrano Anguita donde la Beata fundó su primera Congregación de Mercedarias Descalzas, conocidas luego como Las Góngoras

Es pasmoso ver que la forma rectangular que tan bien estaba delimitada en 1656 ha mantenido su forma exactamente hasta nuestros días.






Tan mísera era la zona que sus pobres habitantes se dedicaron a la cría de cerdos...y debió alcanzar tal auge que Carlos III mandó construir frente al convento Mercedario un edificio destinado a Matadero de cerdos y saladero de tocino... Tan popular se hizo este nombre que, cuando ya sus funciones no existían pues había pasado a ser cárcel de la Villa, se la conocía por "el Saladero".




Cuando a su vez fue derruida en 1888 construyó en su solar, en 1920, un original palacio el arquitecto Joaquín Pla Laporta, que perteneció a la condesa de Guevara y que, en la actualidad es un Centro de Innovación del BBVA inaugurado en julio del pasado 2011.



Antes, en 1720, cerca del molino que dibujó Texeira, el rey Felipe V había ordenado la construcción de una Fábrica de Tapices, bajo la dirección del maestro flamenco Jacobo Vandergoten. El lugar elegido era "Fuera de la Puerta de Santa Bárbara" en una casa conocida como "Casa del Abreviador" que ocupaba una extensión de unas 10 fanegas, entre las actuales calles de Joaquin García Morato y Sagasta. En esta Fábrica de Tapices se tejieron los universos de colores creados por la fantasía inagotable de don Francisco de Goya....
Situación de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara hasta 1888
A principios del XIX aún seguía esta zona tan abandonada pues el cronista de la Villa Ramón de Mesonero Romanos llamaba a Madrid "Palmira en el desierto" cómo lo hacían los viajeros franceses o ingleses que venían a Madrid y se asombraban de la desolación que rodeaba la mísera cerca de barro de la capital... El famoso Richard Ford decía en 1830 "Madrid está rodeado de un desierto calcinado, feo, árido, sin vegetación ni color"

Y aún hay, para hacer más atractiva y "misteriosa" esta zona, dos edificios que digamos cierran esta plaza que llaman poderosamente la atención del caminante...



Uno
tiene su fachada principal, rodeada de tupida reja de hierro, a la Plaza Santa Bárbara c/v a la de Hortaleza, Mejía Lequerica y San Mateo. Al parecer fue el arquitecto Juan de Madrazo y Kunt quien lo construyó entre 1862 y 1866 para residencia del conde de Villagonzalo. Está claramente restaurado pero ninguna lápida señala su pertenencia... tan sólo en una de las puertas se avisa muy bien avisado de que es vado y de que llaman a la grúa...


El otro, muy deteriorado pero parece que en restauración, ocupa la manzana entre San Mateo, Serrano Anguita, Hnos, alvarez Quintero y Mejía Lequerica. Tampoco hay nada que lo identifique, pero unos altos árboles asoman por encima de una tapia de lo que debió ser un gran jardín...




Y después de tanta evocación de "lo que fue" este espacio madrileño "regresamos" al edificio que hace una de las esquinas más atractivas de la Plaza de Alonso Martinez y que se construyó sobre el solar de la Fábrica de Tapices cuando ésta fue derribada en 1882 y trasladada al "Olivar de Atocha"


Era pues una esquina muy notable de Madrid y fue asignada, en 1900, al Arquitecto Luis de Landecho para construir este edificio de viviendas que él diseñó como síntesis de todos los estilos arquitectónicos del "fin de siglo", con torres octogonales, que nos recuerdan la Edad Media, y con una cúpula, coronando el torreón de la esquina, con sorprendente forma de sombrero.



Nos alejamos de la zona en una primaveral tarde de invierno que llena las terrazas de la Plaza de Santa Bárbara...



Seguramente casi ninguna de las personas que allí están saben lo que aquí sucedió... pero disfrutan la suerte de poder seguir ocupando gratamente un espacio cargado de historias...



Bibliografía:

“Madrid. Guía de Arquitectura (1900-1920)” de Ramón Guerra de la Vega

“Guía de Madrid” tomo lº (casco antiguo). Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

"Real Fábrica de Tapices 1721-1971" Enrique Iparaguirre y Carlos Dávila

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

viernes, 17 de febrero de 2012

Si las estatuas hablasen: doña Emilia Pardo Bazán


Doña EMILIA PARDO BAZÁN (1852-1921)

Después de leer tanto de ella y sobre ella ha sido un placer ir a visitar su monumento en Madrid. Esta mañana de viernes invernal pero luminoso y soleado he acudido a la calle de la Princesa, donde, en un ensanche de la acera de los pares, muy cerca del Palacio de Liria, unos corpulentos árboles la dan marco, cobijo y reposo, para que lea tranquila ...pero también nos atienda y cuente su historia...



Este monumento se construyó mediante una suscripción de mujeres españolas y argentinas realizada por iniciativa de la duquesa de Alba y es obra del arquitecto Pedro Muguruza, quien realizó el pedestal, y del escultor Rafael Vela del Castillo, quien realizó la estatua de doña Emilia en piedra caliza. Fue inaugurado el 24 de junio de 1926.



Las mujeres de finales del XIX e inicios del XX no tuvieron nada fácil el oficio de escribir...en realidad no tuvieron fácil ningún oficio que supusiera libertad de criterio y un reconocimiento social. Hacía muchos siglos que, incluso la mujer que lograba superar una primera fase de acceso a la cultura aprendiendo a leer, encontraba luego vedadas las fuentes del saber, pues sólo podía leer libros piadosos y no podía asistir a los círculos donde se hablaba de ciencia, de filosofía, de religión, de arte…

Reproduzco varias portadas de libros, muy recomendables, si se quiere profundizar en el tema de las dificultades que han tenido que vencer las mujeres para poder llegar a ser escritoras

Lejos de sus posibilidades, por tanto, el lujo de la conversación, del intercambio de ideas culturales, del brillante arte del diálogo, de la polémica… Su círculo de vida se cerraba inexorablemente en torno a las tareas del hogar paterno o del marital… Un mundo cerrado que empequeñeció para siempre la mente de la mayoría e hizo sufrir lo indecible a las que tenían la curiosidad a flor de piel y el afán despierto.




El círculo se rompió, poco a poco, gracias a determinadas mujeres que supieron aprovechar su privilegiada situación, y en lugar de languidecer en el círculo de oro que su clase social les deparaba, se sumergieron en el mundo de la cultura y abrieron una importante brecha, creando en sus mansiones la novedad de los “salones”, tertulias donde se practicaba el civilizado arte de la conversación y del intercambio de ideas, entre las más brillantes y variadas mentes...¡ masculinas naturalmente!… pero dónde las damas podían estar presentes sin perder su reputación, pudiendo escuchar...¡ e incluso intervenir!



Por una serie de circunstancias, fue en el siglo XVIII y en Francia, donde esta práctica se inició, favoreciendo la apertura de las mentes femeninas. Indudablemente el poder conversar en los salones fue un paso importante, pero ello no significaba que la mujer ya pudiera decidirse a escribir y publicar sus obras… ¡ni mucho menos!…


No estaba eso ”bien visto” en una mujer y lamentablemente no sólo eran los hombres los que afeaban esa dedicación, la mayoría de las mujeres, ancladas en la sumisión a las normas, tampoco defendían a las “infractoras”; así en 1771, la madre del poeta Goethe, criticaba a Sophie von La Roche, una alemana de buena sociedad que publicó un novela con cierto éxito, diciendo que, “sin duda había perdido la cabeza para, siendo una mujer instruida e inteligente, cometer semejante locura que haría la desgracia de sus hijos”. La famosa Madame de La Fayette, autora de “La Princesa de Cléves”, de gan éxito, nunca reconoció ser su autora, salvo al final de su vida y veladamente a una amiga íntima.




Con estos antecedentes llegamos a nuestra protagonista: Emilia Pardo Bazán, una mujer completamente singular, que tuvo la suerte de nacer en una familia aristocrática pero de un gran talante liberal, que la permitió educarse entre los libros de la magnífica biblioteca familiar, alentada por su padre y por su madre (doña Amalia de la Rúa) en todas sus aficiones literarias, no muy al uso de las niñas de la época pertenecientes a la nobleza. Incluso no fue obligada a aprender a tocar el piano ya que ella prefería dedicar todo su tiempo libre a la lectura.


Museo del Romanticismo. "LA familia de Jorge Flaquer" de Joaquin Espalter. ÓLeo sobre lienzo 1840-1845


Cuando murió su padre, don José Pardo Bazán, en 1890, ella como hija única heredó el título de condesa de Pardo Bazán.




Nació en La Coruña, (identificada con la Marineda de sus novelas) y en Madrid asistió a un colegio francés donde aprendió el idioma que amplió sus posibilidades de lectura y de traducción y le ayudó a relacionarse en sus viajes por Europa, iniciados a raíz de su temprano matrimonio con tan sólo diecisiete años. Los viajes fueron un gran acicate para desarrollar sus dotes de observación y su agudo sentido crítico además de facilitarle el aprendizaje del inglés y del italiano, y ponerle en contacto con las corrientes ideológicas de la época, como el krausismo, inspirador en España de la Institución Libre de Enseñanza.


Pronto empezó a reflejar sus vivencias en libros que evocaban sus viajes, como "Al pie de la torre Eiffel" y en ensayos y biografías como "Estudio crítico del Padre Feijoo" (que le hizo ganar un primer premio de ensayo, incluso en competencia con Concepción Arenal que también se presentaba) o "San Francisco de Asís". Pero una estancia en Francia, en el balneario de Vichy, en 1880 cuando tenía 30 años y ya tenía tres hijos, la puso en contacto directo con los grandes movimientos de la novela en Europa, especialmente a través de sus largas conversaciones con Victor Hugo, ya anciano, que sólo unos pocos años antes había publicado su novela "Los miserables", quizá el mayor exponente de la indignación que el autor sentía ante las injusticias sociales y el sufrimiento humano. Posteriormente conoce en París a Zola y Daudet e inicia la lectura de los grandes novelistas rusos, con lo cual todo un mundo desconocido y muy atractivo para ella se abre ante su ávida sensibilidad e inteligencia.



Su producción literaria experimenta un gran cambio. Su novela "Un viaje de novios" inicia la corriente naturalista en España, con un original argumento, especialmente si se piensa escrito por una mujer. Pero "La Tribuna", su siguiente novela, entra de lleno en la corriente de adoptar el punto de mira de los más desfavorecidos, que había iniciado Zola, haciendo protagonista al mundo obrero y concretamente al femenino, en una actividad tan singular como fue la de cigarrera. Y para conseguir esta visión, Emilia Pardo Bazán acudió personalmente y durante varios meses a la fábrica de tabaco que existía en La Coruña ("La Palloza"). Ahora nos parece una postura normal. En 1883 era totalmente insólita.




Pero este tipo de novela pusieron a su autora en el ojo de mira de toda la sociedad "bien-pensante" que no podía soportar que una mujer noble, católica y casada, pudiera identificarse e incluso defender, aunque no fuera en su totalidad, las ideas venidas de Francia, y expuestas por un autor como Zola. Cuando Pardo Bazán expuso las suyas sobre el naturalismo y el realismo en un libro titulado "La cuestión palpitante", y pese a no aceptar todos los postulados del primero ya que rechazaba su determinismo radical en oposición al libre albedrío y libertad del individuo que ella sostenía, el escándalo fue tan grande que su marido la pidió que abandonara la literatura y se retractara públicamente de lo que allí había dicho.



Emilia por supuesto no lo hizo y propició, en cambio, una separación matrimonial que fue amistosa pero definitiva. Ya sin trabas, se trasladó a Madrid y se dedicó a vivir y a escribir apasionadamente. Su novela "Los pazos de Ulloa", a juicio de algunos críticos una de las mejores, retrata la historia y la naturaleza, la religiosidad y el paganismo, la violencia y la sensualidad, el feudalismo y la barbarie, de la vida rural gallega combinados en un impactante mosaico donde también intervienen factores económicos, políticos y eclesiásticos. Levantó ampollas.



Pero aún faltaba el escándalo por el tema sexual, y éste llegó con novelas como "Morriña" e "Insolación". La defensa que en ellas se hacía de la igualdad de hombres y mujeres en moral sexual era demasiado para la puritana sociedad de la época, Se vengaron de ella impidiéndola entrar en la Real Academia de la Lengua. Los hombres no podían admitir que actuara con tanta libertad, las mujeres la odiaban porque hacía lo que ellas ni siquiera se atrevían a pensar.


Pero su fama y prestigio eran enormes y en los círculos literarios europeos se la consideraba entre los grandes novelistas del XIX, sólo superada por Galdós y Clarín. Junto al ensayo y la novela también cultivó el cuento, de los que escribió más de quinientos. Uno de ellos, titulado "El encaje roto", es reconocido como uno de los primeros textos modernos feministas de España. Y, para no faltar de nada en su producción también escribió un libro de cocina: "La antigua cocina española".



En 1906 fue nombrada presidenta de la Sección de Literatura del Ateneo madrileño, siendo la primera mujer que accedía a dicho cargo, y en 1910 consejera de Instrucción Pública. En 1916 le otorgaron una cátedra de lenguas neolatinas en la Universidad Central de Madrid; era la primera mujer y el claustro de profesores y los propios alumnos la boicotearon por ello… cuentan que a sus clases sólo fue un alumno…




Pero ella fue una verdadera fuerza de la naturaleza, con una personalidad irresistible y una vitalidad arrolladora. Defendió su libertad personal como mujer independiente en lo intelectual y en lo económico, algo excepcional en la España de la época, y tampoco se quejó nunca de los desaires que ello le ocasionaba. Trabajó incansablemente, pues siempre presumió de que lo hacía para vivir. Han dicho de ella que, "Todo lo hizo a pesar de ser mujer, sin dejar de ser mujer y reivindicando su condición de ser mujer. Cuando no había cuotas ni discriminaciones positivas".



Murió en Madrid en 1921 a los 70 años, a causa de una gripe que se complicó con su diabetes crónica. En 1926 se inauguró un monumento con su figura sedente, y como siempre leyendo, en la madrileña calle de la Princesa, a la altura del Palacio de Liria, muy cerca de la casa que la escritora ocupó en Madrid en esta misma calle; ese edificio fue derribado tras la guerra civil y una lápida recuerda donde estuvo.



Su casa de La Coruña es hoy, además de su Museo, sede de la Real Academia Gallega y, otra escultura, de Lorenzo Coullant Varela, contempla, sonriente y vital, a todo el que pasa por el Cantón Grande de la Coruña, su Marineda personal.



Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

martes, 7 de febrero de 2012

Segovia siempre emociona (5º)


Mi relación con Segovia tiene visos de ser una relación muy duradera, y es que cada vez que voy descubro cosas nuevas que me encantan y me admiran...


La penúltima vez fue en diciembre pasado, dos dias de invierno pero llenos de sol que supieron a poco y la última un helador dia invernal el pasado viernes dia 3 de febrero.



En la primera estuvimos en el Alcázar siempre digno de visitar, con su riqueza interior y su visión exterior que a veces no sabes con cual quedarte…


y con la historia que late en su corazón de piedra, condensada en ese memorable Salón de Reyes que por si sólo justifica la visita…



Al salir de los jardines del Alcázar y tomando a la derecha la Ronda de don Juan II, caminaremos junto a la Muralla



hasta llegar a un lugar encantador: la Puerta de San Andrés, también conocida como el Arco del Socorro por la virgen de esa advocación que aparece en una hornacina sobre el arco…






"En esta ciudad, creados por el ingenio del mas alto humorista Don Francisco de Quevedo, nació el Buscón don Pablos espejo de pícaros y gran tacaño y tuvo su Escuela de ayunos el dominé Cabra"


Allí está también el merecido monumento que la ciudad, en el 2002, dedicó a Agapito Marazuela (1891-1983) Maestro del Folclore castellano…



Al lado del Arco hay una casa como de cuento con un azulejo que dice: “Nao D´Damores Compañía Residente. Excmo. Ayto. de Segovia”…Pienso – y acierto según he podido comprobar - que es la Compañía teatral de Ana Zamora autora y directora de obras medievales tan magníficas como “EL misterio del Cristo de los Gascones” (por cierto, que tampoco esta vez hemos encontrado abierta la iglesia de san Justo para visitar a su impresionante Cristo), “Las Danzas de la Muerte" etc.



Enseguida se encuentran unas cortas pero empinadísimas escaleras que conducen al Centro de Interpretación de la Muralla






y al paseo por el adarve, con numerosas vistas: a los huertos creados a sus pies en el valle del río Clamores que, desde el s. XII proporcionan una “ecológica” visión…



y también al cementerio judío, pues el antiguo barrio de la juderia estaba situado intramuros y se comunicaba con el valle del rio Clamores a través de la Puerta de san Andrés; en la ladera este del valle, en el paraje que ahora se cononoce como "pinarillos", se encuentra el citado cementerio


Por tanto es muy recomendable hacer con calma todo el itinierario, mirar cuanto nos rodea y leer sus oportunos indicadores



Como también es muy interesante entrar a visitar el Museo de Segovia, ubicado en la Casa llamada del Sol donde se encuentran dos cuadros del pintor americano enamorado de Segovia cuya pista voy siguiendo.

Y cuyos avances voy a contar la próxima vez


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