En septiembre del pasado año estuve un solo día en Valladolid pero pude ver varios de los tesoros artísticos que guarda y sabe mostrar esta ciudad... Así tuve ocasión de visitar la Casa de José Zorrilla y hacer una encantadora visita guiada a la misma...Ahora lógicamente le dedico más espacio en esta serie de las Casas Mágicas...y lo primero es copiar el primer párrafo del oportuno folleto-guía editado por el ayuntamiento:
"Hay rincones en la ciudad que claman por ser descubiertos o, cuando menos, redescubiertos. Son rincones que guardan el eco de un tiempo en el que fueron el escenario de momentos irrepetibles de nuestro pasado, de nuestra intrahistoria. En la antigua calle de la Ceniza - hoy calle de Fray Luis de Granada - sobrevive uno de esos rincones, la que fuera casa natal y hogar de nuestro poeta más universal: José Zorrilla.
La Casa de José Zorrilla pedía a gritos que volviésemos a contar con ella como lugar de culto literario, como espacio irreductible al servicio de las letras, como territorio en el que la magia de la poesía se manifiesta impunemente"
No puedo dejar de pensar que esto deberían leerlo en nuestro madrileño ayuntamiento y aplicárselo a las Casas de Vicente Aleixandre y de José Padilla...y de tantas otras que seguramente están en las mismas circunstancias y que yo ignoro...
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Pero ahora sigo con la casa donde nació el 21 de febrero de 1817 un niño sietemesino que cuando creció, y pese al empeño de su rígido padre para que cursara la carrera de leyes y no se dedicara a las letras, supo defender su vocación de amor a la poesía y al teatro...y para ello huyó a Madrid con 20 años dispuesto a triunfar...cosa que en un principio no parecía posible teniendo que superar muchas adversidades...
El guía nos comentó que José Zorrilla murió en Madrid mientras escribía sentado en este sillón y ante este escritorio. Ambas cosas fueron aquí trasladados con todos sus recuerdos
Hasta que la inesperada muerte de su admirado Larra y el emotivo soneto que compuso para la ocasión y que recitó conmovido en el cementerio de Fuencarral, en medio del silencio de una gran multitud, un 13 de febrero de 1837, le introdujo, de golpe, con todos los honores, en los ambientes literarios de la capital.
Tanto impactó que un joven desconocido, de veinte años, recitara a la muerte de otro joven, de veintisiete...
Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.
Jardín de la Casa de José Zorrilla
José Zorrilla fue muy afortunado al poder dedicarse a lo que tanto amaba y triunfar en su vocación literaria...pero en lo demás la suerte no le sonrió demasiado...En primer lugar la relación con su padre fue siempre tormentosa y ni siquiera en su lecho de muerte le perdonó su desobediencia y su huida a Madrid, lo cual le causó grandes pesares... Tampoco en amores le fue propicia la fortuna; su primer matrimonio a los 22 años fue un completo fracaso e ignoro si logró mucha felicidad cuando a los 52 se casó con Juana Pacheco, treinta y dos años más joven que él ...Y otra desgracia le persiguió toda la vida: la penuria económica, que ni los éxitos ni los reconocimientos oficiales lograron paliar.
Tras varios años de enfermedad y ser operado de un tumor cerebral falleció a los 76 años, en Madrid, en la calle Santa Teresa esquina a Hortaleza, y su cuerpo fue velado en la Real Academia Española en la que ocupaba el sillón L desde 1882 (el discurso de toma de posesión fue íntegramente escrito en endecasílabos...).
Tras una despedida multitudinaria, y según su explícito deseo, su cuerpo fue trasladado a su amada ciudad de Valladolid.
Según sus propias palabras:
Para mí es Valladolid
el jardín de mi niñez;
de mi juventud la lid,
el hogar de mi vejez
Al visitar la casa me sorprendió ver sobre uno de los muebles una fotografía del desdichado emperador de México, Maximiliano I... pero es que yo desconocía que Zorrilla vivió una temporada en México y mantuvo una estrecha relación con el infortunado y efímero emperador, que le nombró su "lector" y, más tarde, director del Teatro Nacional. Una vez en España, en 1886, cuando se enteró de su fusilamiento al año siguiente sufrió un enrome disgusto y escribió una obra titulada "El drama del alma" sobre estos hechos.
Muchas son sus obras teatrales famosas, pero ninguna como "Don Juan Tenorio"... Por Todos los Santos y el Día de Difuntos es tradición que Don Juan, desde 1844 fecha en la que fue estrenada la obra, vuelva a escandalizar en la Hosteria del laurel, y otra vez enamore a la dulce novicia Doña Inés y otra vez rete al mundo y al cielo, e invite a cenar a los muertos y, finalmente, sea salvado por el amor de su "Doña Inés del alma mía"...
En Alcalá de Henares, por ejemplo, una gran multitud sigue, al aire libre y con gran silencio, todos los años la aventura como si fuera la primera vez que la oye y no supiera que va a pasar al final...
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
3 comentarios:
Gracias por esta nueva y preciosa entrega de la serie, María Rosa.
Tienes razón, a ver si en Madrid alguien aprende de otros lugares que sí saben conservar las casas de sus artistas. Fíjate, Zorrilla vivió casi toda su vida aquí... menos mal que al menos tiene una lápida...
Una vez que he llegado al final, me he dicho ¿ya? Uno espera seguir leyendo, seguir penetrando en esos pormenores, en datos ocultos, encomentarios que no nunca son triviales.
Tal vez con tu peseverancia, con tus maravillosos comentarios, con tu insistencia, consigas que algunas que esas "casas" se conserven o se creen si no existen. Madrid bien se lo merece.
Avellaneda.
Mi ciudad Valladolid..cuantas cosas por descubrir
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