lunes, 16 de febrero de 2015

Córdoba mágica...y 7

CÓRDOBA

































Me he despedido de Córdoba, en este último viaje, consciente de lo mucho que he dejado por ver, de lo qué hace años sí disfruté y  ya se va desdibujando en el recuerdo...Medina Azahara, las Ermitas, los Patios en flor, muchas de sus inolvidables Plazas, el Parador de la Arruzafa enclavado en el mismo espacio donde Abderramán I construyó un Palacio a imagen del suyo de Damasco ... y me propongo firmemente regresar.





Termino ahora esta serie evocando el inesperado descubrimiento, en lo que fue barrio de la judería, de la Capilla mudéjar de la Iglesia de san Bartolomé,  una pequeña iglesia que allá por el siglo XIV, cuando los cristianos ocuparon el barrio, quedó inacabada y a la que más tarde se agregó una capilla funeraria que es la que ahora podemos admirar.


 Este es el espacio que ocupaba la nave principal de la iglesia (al fondo un altar barroco en su recuerdo) y a la izquierda en el suelo un capitel romano del s. I d.d.C. y a la derecha la arcada de entrada a la capilla con dos columnas cuyos capiteles son respectivamente uno romano de orden jónico y otro emiral de orden corintio.

En 1953 el arquitecto Rafael de la Hoz llevo a cabo la restauración de este espacio, resguardando la palmera, al recuperar el nivel del suelo,  con un entrelazado de chino al modo cordobés



Portada de la Capilla








El otro recuerdo, que no quiero dejar de evocar, es el de la inigualable Plaza del Potro







Aquí nació, vivió y murió Julio Romero de Torres





El 10 de Mayo de 1930, al atardecer, moría el que “pintó a la mujer morena/ con los ojos de misterio/ y el alma llena de pena”... y la noticia de su muerte recorrió Córdoba como un largo sollozo. La ciudad entera se vistió de luto y tuvo un entierro impresionante, con su paleta y sus pinceles sobre el ataúd llevado en hombros, bajo una lluvia de flores arrojados desde todos los balcones. Veintiséis automóviles lo seguían cargados de coronas, con emotivos mensajes salidos del corazón de sus amigos de toda España, de poetas, literatos, cantaores y toreros, como los de sus famosas tertulias madrileñas, con Ramón Pérez de Ayala, Serafín y Joaquín Alvarez Quintero, Manuel y Antonio Machado, Ortega y Gasset, Sebastián Miranda, Valle Inclán, Solana, Gómez de la Serna, Juan Belmonte... Al pie del Cristo de los Faroles - que tantas veces había pintado - se detuvo el cortejo con gran silencio mientras la violinista valenciana Cristeta Goñi, interpretaba la Reverie de Schumnnn




Maruja López "la chiquita piconera"







“La Chiquita piconera” fue el último cuadro que pintó Julio Romero de Torres (1874-1930)  ya mortalmente enfermo en el mismo año de su muerte... pero la leyenda, cantada y transmitida en coplas, tuvo más fuerza  y cantó unos amores imposibles entre el pintor y la bella modelo...

"Y cuando de noche/ Córdoba dormía/ y era como un llanto la fuente del Potro/una voz decía: ¡Mi chiquita piconera/ mi piconera chiquita/ esa carita de cera/ a mi el sentio me quita/ Te voy pintando y pintando/al laito de un brasero/ y a la vez me estoy quemando/ de lo mucho que te quiero/ ¡Várgame San Rafael,/ tener el agua tan cerca/ y no poderla beber!”



El tema de la prostitución, ya representado en otros cuadros, aparece aquí encarnado en la joven mujer, sentada al anochecer en el puerta de su humilde casa, en la ribera del río que se adivina al fondo de la puerta abierta, inclinada sobre el brasero de cobre, con la badila en su mano derecha y sus torneadas piernas cubiertas por caras medias de seda, sujetas por ligas color naranja y calzada con impecables zapatos de tacón de tonos cobrizos, en duro contraste con la pobreza del resto de su vestuario y entorno. Sus inolvidables ojos, miran al espectador con una clara provocación, pero con una seriedad y una hondura mas cercana a la nostalgia y al desencanto, que a la frivolidad o al vicio. Es una espléndida mujer que espera, un milagro imposible, junto a su brasero de picón.  

Posada del Potro

En esta Plaza del Potro se encuentra también una famosa Posada aquí situada según referencias desde el siglo XIV y que, hasta el pasado siglo, mantuvo su función. La Plaza, declarada como Monumento Arquitéctónico-Artístico y la Posada han servido de inspiracion a Cervantes, Góngora y Quevedo. Desde inicios de los 80 está dedicada a usos de carácter cultural y es visitable.













Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons













 



















2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un gran final para una magnífica serie sobre la gran Córdoba. Y las fotos preciosas. Manolo

MariaRosa dijo...

¡Cuánto aprecio tu comentario Manolo! He disfrutado y descubierto tantas cosas en este viaje que he disfrutado y aprendido mucho escribiendo los post..En cuanto a las fotos había tanta belleza que eran muy fáciles,