martes, 22 de noviembre de 2016

Pedraza y Zuloaga



He vuelto a visitar Pedraza en un día ya casi invernal, pero nada puede con la belleza especial de este pueblo en cualquier época. La última vez que lo visité, hace unos años, fue una espléndida noche de verano, iluminada por más de 25.000 velas...y con un romántico concierto en la Plaza Mayor, mientras las locas golondrinas (¿O eran vencejos?) volaban alborotando los ritmos lentos de Mahler y una de las cigueñas, que presidían el acto desde el campanario, emprendió un majestuoso vuelo en torno a la Plaza.




Una foto de otra visita a Pedraza en un dia de radiante cielo azul

  Desde la lejanía ya te das cuenta de que toda Pedraza es una fortaleza. Como decía Fernando Díaz-Plaja en su obra Castillos de España y sus fantasmas:


 

 "El castillo de Pedraza es la propia Pedraza. La villa en este caso no está dominada por el castillo. La villa es la propia fortaleza a la que llegas por empinada cuesta"

 

La puerta de la villa es el único acceso a Pedraza, y por tanto es utilizada como entrada y como salida única del pueblo, sus orígenes se remontan al siglo XI, y fue reconstruida en el siglo XVI siendo señor de Pedraza Íñigo Fernández de Velasco,


 

Junto a esta única puerta está situada la cárcel...lugar siniestro a donde eran conducidos directamente los prisioneros que, en ocasiones, servían de escudos humanos (¡la crueldad está inventada hace muchos siglos y en todos los lugares!)

Fotografía de la cárcel en el  citado libro Castillos de España y sus fantasmas editado en 1978 por el Círculo de Lectores

En la actualidad es visitable




 Hasta que llegas al castillo, en el otro extremo del pueblo, todo es una armonía de piedra (¡qué bien puesto el nombre de Pedraza!), hierro y madera...



 Tanta serena y fuerte belleza no podía por menos que enamorar a un artista tan sensible a ella como Ignacio Zuloaga, un gran vasco de talante universal que, desde 1898, frecuentó estas tierras segovianas y en 1925 decidió comprar el ruinoso y altivo castillo de Pedraza que había pertenecido a la familia Fernández de Velasco, Duques de Frías y Condestables de Castilla.





Autorretrato´de Ignacio Zuloaga  en el libro de Fernando Díaz-Plaja
Afortunadamente se ha conservado la original puerta de acceso, de madera de álamo negro cuajada de picos de hierro, con su magnífica cerradura que abre una gran llave.


                                                 


 Y así podemos conocer su interior con el íntimo y encantador museo de Zuloaga


Extraordinario retrato de su gran amigo Manuel de Falla




 Y apreciaremos la belleza interior del castillo...que como todo castillo que se precie tiene su truculenta historia de amor y venganza, a cuyos protagonistas, dicen, se les ha visto pasear por las almenas algunas noches rodeados de lenguas de fuego... 


 La historia se remonta al siglo XIII, cuando el señor del castillo se enamora de Elvira, una bellísima joven campesina, que ya era novia secretamente de otro campesino llamado Roberto... El noble señor, don Sancho Ridaura, se desposa con la campesina a la que ama profundamente... El desesperado Roberto ingresa en un monasterio próximo para olvidar su dolor.



Pasa el tiempo y el noble parte a la batalla de las Navas de Tolosa y antes pide al prior del monasterio que envié a algún virtuoso fraile como capellán del castillo durante su ausencia...El destino hace que sea Roberto al que envian...La tragedia está servida...Vuelve victorioso el caballero y no faltan lenguas serviles que le susurran sospechas...



y él prepara su venganza organizando un gran banquete y sentando al fraile a su vera dice que:
 le va a premiar por su comportamiento durante su ausencia con una corona, tan duradera como la que su tonsura significa de honradez y virtud...



A una orden suyas entran dos hombres portando una corona de hierro con afiladas puntas enrojecidas al fuego...que ponen a viva fuerza sobre las sienes de Roberto... 


 Lógicamente Elvira huye despavorida y, antes de que la encuentren, se da muerte con un puñal en sus habitaciones...
La leyenda también cuenta que a continuación el castillo fue presa de las llamas.... 



Pero fue en los siglos XVI y XVII cuando llega la época de mayor esplendor y crecimiento del pueblo, debido a sus numerosos rebaños de ovejas merinas, cuya lana, tan fina y suave, se exportaban a toda Europa para fabricar excelentes tejidos.


La oveja merina procede de Andalucía, pero sus raices más remotas parece que proceden de las que trajeron los árabes durante la dominación musulmana. Esta oveja produce una lana maravillosa, a diferencia de la de Castilla llamada "churra", con buena leche y buena carne pero inferior lana... De ahí el conocido "dicho" de "no mezclar churras con merinas"... Hasta millón y medio de cabezas llegaron a poblar los pastos de Castilla.

Afortunadamente los habitantes de Pedraza y sus autoridades siempre han cuidado su identidad y nunca han permitido que las sucesivas rehabilitaciones modificaran su arquitectura y así el pueblo dentro de su diversidad presenta una armónica unidad que motivó su declaración como Conjunto Histórico en 1951

Y en la cercana Segovia hay otro lugar, que pronto visitaremos, donde también podemos disfrutar de las obras de Ignacio Zuloaga y de su tio Daniel el gran ceramista.

 Se trata del Museo Zuloaga instalado en la antigua iglesia de San Juan de los Caballeros 

Y muy recomendable visitar en Zumaia su Casa-Museo





Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons







5 comentarios:

Anónimo dijo...

He estado contigo en el viaje por Pedraza...Pero ahora casi me lo estás descubriendo tú aquí. Eres una guía genial. María

María Ignacia dijo...

¡Qué buenos recuerdos me trae Pedraza! Y tú me los avivas con tu reseña: la noche veraniega de julio con sus velas encendidas, el recorrido por sus calles, la ancha plaza y las comidas de corderito asado al estilo castellano con agua y sal...
Tu reportaje tiene el encanto de Pedraza: es sólido como sus casas de piedra, es acogedor como sus portalones y chimeneas humeantes, es evocador de tiempos y personas pasadas que no han pasado, y es bello, bello...
¿Cómo agradecerte, Mariarosa, estos momentos felices que compartes con nosotros? estos

MariaRosa dijo...

Gracías María, que ahora no caigo en quien eres ¡claro, cómo éramos 54 es dificil saberlo! Tuvimos muy buenos guías y luego cuentas con los recuerdos y algunos libros etc. Estoy segura de que cada uno de los excursionistas describiriamos aspectos diferentes del mismo lugar... Gracias por tu comentario

MariaRosa dijo...

María Ignacia ya sabes que recordar es volver a vivir...y si los recuerdos son felices vuelves a evocarlos y es estupendo...Pero tú, siempre oportuna, mencionas un recuerdo que a mí se me ha "pasado"...el del inolvidable cordero castellano...¿ves, con sólo evocarlo ya se me hace la boda agua?... Gracias por todo.

Anónimo dijo...

Precioso y sugerente este post sobre Pedraza y Zuloaga. UNa delicia de relato y de fotos. Avellaneda