Es una visita ineludible para completar la que. antes o despues, deberiamos hacer al Museo del Prado, donde se trasladaron una pequeña parte de sus pinturas murales...Es una historia real pero que parece de ficción...
San Baudelio de Berlanga en el Museo del Prado
De lo más antiguo del medievo que podemos contemplar en el Museo del Prado, son las pinturas murales del siglo XII, de dos humildes iglesias, una de Soria dedicada a San Baudelio de Berlanga, y la otra de Maderuelo en Segovia, dedicada a la Santa Cruz.Ermita de la Santa Cruz de Maderuelo, desde 1947 rodeada por el pantano de Linares |
Los frescos de esta iglesia llegaron al Prado hacia1960, como depósito, por tiempo indefinido, del Museo Metropolitano de Nueva York.
¿Cómo es esto posible? nos preguntaremos...Pues he aquí la respuesta:
En 1922, siendo la ermita propiedad de varios vecinos de Casillas de Berlanga, veintitrés de los frescos de San Baudelio fueron vendidos por 65.000 pesetas al anticuario Leone Levi, por cuenta del marchante de arte estadounidense Gabriel Dereppe que trabajaba para Demotte and Co. de París. Técnicos especialistas se apresuraron a arrancar las pinturas para su transporte. Las protestas que provocó esta venta consiguieron la inmovilización de las pinturas arrancadas, hasta que lamentablemente los compradores consiguieron que el Tribunal Supremo español sentenciara el 12 de febrero de 1925 que no era posible anular la venta libre de las pinturas, siendo imposible así prolongar la retención de las pinturas. Esto significó la inmediata salida de las mismas de España, una vez autorizada por el Director General de Bellas Artes, por imperativo legal. Las pinturas pasaron seguramente por Londres, en donde fueron fijadas en lienzo. El marchante Dereppe vendió las pinturas a su vez a diversos museos de arte de varias ciudades de EE. UU.: Museo de Cincinnati, sección de claustros del Museo Metropolitano de Nueva York (The Cloisters Museum), Museo de Arte de Indianapolis y Museo de Bellas Artes de Boston. Por ejemplo, Dereppe vendió el fresco Tres mártires en el sepulcro por 75 000 dólares. (datos obtenidos en Wikipedia)El Museo Metroplitano, cedió seis fragmentos a España...a cambio de que se le prestara, igualmente por tiempo indefinido, el ábside románico de un templo dedicado a San Martín del pueblo de Fuentidueña de Segovia.
Este despojo de obras de arte corresponde a insólitas historias que no todo el mundo conoce. Monasterios o edificios civiles (o las partes más notables de ellos), que se construyeron en nuestras tierras y que han terminado trasladados, piedra a piedra, al otro lado del Atlántico. El dinero "poderoso caballero" en manos de entidades o particulares extranjeros tocados de la fiebre del coleccionismo, y el poco apego de los nativos hacia nuestro artístico patrimonio cultural, unido a la gran permisividad oficial fueron los causantes, en el pasado siglo XX, de este largo y desolador viaje de nuestros monumentos. Hablaremos muy pronto de algunos de ellos.
La caza de las liebres, en el Museo del Prado |
Son unas pinturas, las que contemplamos en el Prado, muy originales y vivas y además, pese a estar dentro de una iglesia, son de temas profanos, como la caza y la guerra. Entre las primeras están la caza del ciervo y la de las liebres y un extraño oso; las que parecen de guerra son el elefante con un castillete encima y la de un soldado armado de lanza y escudo.
San Baudelio
Este santo del siglo IV d.C. fue, según la tradición, un diácono martirizado y finalmente decapitado con un hacha, por negarse a adorar a los ídolos en tiempos del emperador Juliano el Apóstata (331-363 d.C.), en la ciudad francesa de Nimes. En su iconografía suele aparecer con el hacha de su martirio y un laurel a su lado que, al parecer, creció junto a su tumba y que producía milagrosas curaciones, sobre todo en casos de hernia, mal del que es abogado.
A finales del siglo X en estas tierras sorianas se fundó un monasterio a su nombre, pues posiblemente hasta él llegaron algunas de sus reliquias. La actual ermita es lo único que ha sobrevivido del monasterio, del cual sería probablemente la pequeña iglesia...
Al traspasar el umbral nuestros ojos se centran, con admiración, en esta insólita pilastra-palmera, que sostiene la bóveda formada por ocho arcos de herradura, elemento que recuerda la arquitectura islámica de Al-Ándalus. Sobre esta pilastra se situa una pequeña e inaccesible cámara cubierta por una cupulilla, que pudiera tratarse de una especie de ostensorio que custodiara en el pasado una reliquia de San Baudelio, o tal vez textos sagrados.
Esta palmera nos eleva y emociona…¡cuanta imaginación y belleza en un espacio tan pequeño y con una envoltura tan sobria!…¿a quién se le ocurriría la idea, quién la levantaría, en nombre de quién y, sobre todo, quién diseñaría la decoración interior tan magistralmente?...
A los pies del templo estos arcos de herradura apoyados en sencillas columnas forman algo semejante a una pequeña mezquita de cinco angostas naves.
Al coro, situado en la parte superior de esta
tribuna, se accede por una escalera adosada al muro contrario al de la
puerta de entrada, formada por peldaños incrustados en la pared. En la
actualidad está prohibido el acceso al coro por razones de seguridad.
En el ábside, se encuentran pintados San Nicolás de Bari y San Baudelio, a ambos lados de una representación de la paloma del Espíritu Santo en la clave de la pequeña ventana.
Todo nos produce asombro, y dolor por la pérdida de tanta belleza
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