miércoles, 7 de septiembre de 2016

Guadalajara Panteón Condesa Vega del Pozo



UN PANTEÓN DIFERENTE
El arte y la arquitectura funeraria  ha propiciado a lo largo de la historia, y en muy diferentes lugares, obras de arte tan importantes como los menhires y navetas  prehistóricos, las pirámides de Egipto, el Taj Mahal  en la India,  los mausoleos de los Papas en Roma, o el Panteón Real del Monasterio del Escorial, o el de los Mendoza en Guadalajara…


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Y precisamente en Guadalajara encontramos un Panteón diferente a cualquier otro por muchos motivos. A él podemos llegar caminando por el Parque de la Concordia, pasando junto al quiosco de la música y siguiendo el sombreado paseo de San Roque hasta llegar frente al parque del mismo nombre.


 Se trata del Panteón de María Diega de Desmaissières y Sevillano, duquesa de Sevillano y Condesa de la Vega del Pozo (1852-1916) hija única y heredera universal de todos los títulos nobiliarios de su familia tanto paterna como materna y de su cuantiosa fortuna.


"Este imponente conjunto arquitectónico, de estilo eclectico-histórico, fue diseñado por el arquitecto Velázque Bosco, que a petición de la Condesa de la Vega del Pozo trazó la construcción de un vasto complejo de edificios, destinados a establecimientos benéficos y panteón familiar. El panteón de gran belleza acoge en su interior dos grandes obras: el altar presidido por un excelente Calvario y el grupo escultórico de la cripta, a modo de corte fúnebre de la Condesa. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1996".

 


Cuando Maria Diega tenía tres años murió su padre, Diego Desmaissières López de Dicastillo, conde de la Vega del Pozo y marqués de los Llanos de Alguazas y quedó sola con su madre María de las  Nieves Sevillano y Sevillano, marquesa de Fuentes de Duero y condesa de Sevillano, que entró en un fase depresiva que no la permitia separarse de su pequeña hija, a la que sobreprotegió y sin duda dominó en exceso, de forma que creció aislada y educada en su propio hogar por una institutriz y un preceptor. Esto sin duda influyó en su carácter  reservado y alejado de toda la vida social que por su situación le hubiese correspondido. La madre falleció en 1882 y al no existir más parientes María Diega quedó sola y con treinta años dueña de una inmensa fortuna. 



La única familiar con la que se había relacionado asiduamente fue con su tia paterna, Micaela, vizcondesa de Jorbalán, nacida en Madrid en 1809, con un carácter optimista y decidido y una acendrada vocación que  la condujo a fundar en 1856 una congregación religiosa conocida como las Adoratrices. Ella murió en 1865 en Valencia, a consecuencia de la epidemia de cólera que allí se extendió y donde acudió para ayudar a las religiosas que estaban afectadas. Fue canonizada en 1934 como Santa Maria Micaela del Santisimo Sacramento.


La decisión que tomó María Diega fue dedicar gran parte de sus riquezas a intentar resolver en algo  la dramática situación social que se vivia en España en aquella época y con especial incidencia en Guadalajara. 



Pero ella tenia claro que no quería dar limosnas sino trabajo.Y así pensó en crear una Fundación en la extensa finca de su propiedad, para dar cumplimiento al deseo de su ya difunta tía, fundadora de las Adoratrices, de ayudar y dar educación y asilo a las mujeres marginadas, y también levantar una iglesia con el nombre de Santa María Micaela y un Panteón para toda su familia. 


Una vez tomada la decisión decidió hacerlo a lo grande y sin reparar en gastos, contratando a uno de los más importantes arquitectos de la época, el burgalés don Ricardo Velázquez Bosco (Burgos 1843-Madrid 1923) académico de Bellas Artes de San Fernando y profesor de la Escuela Superior de Arquitectura. La obra se realizó entre 1882 y 1916, con muy buenos materiales y cuidando todos los detalles... pero sobre todo proporcionando trabajo a muchisimos obreros de Guadalajara y Vicálvaro.



Las condiciones del trabajo eran muy adelantadas para la época, pagando salarios justos y abonando también los domingos y festivos no trabajados. También se cuenta que cuando algún proyecto estaba a punto de terminarse y peligraba el trabajo la condesa encontraba motivos para ampliarlo, incluso mandando destruir alguna parte para modificarla. 
Ella llevó siempre una vida retirada y muy discreta, pero era tan querida que su entierro en 1916 fue multitudinario. 

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El estilo del panteón externamente  es el que imperaba en la época, llamado ecléctico-historicista pues mezclaba estilos antiguos, como el románico tardío y un incipiente  gótico y todo ello rematado por una cúpula recubierta de cerámicas reflectantes, que sostiene una corona ducal y una cruz… 



 En cambio su interior es bizantino de gran riqueza ornamental, con mármoles de distintos tonos, piedras semipreciosas, molduras de bronce dorado y toques mudéjares y preciosos mosaicos de teselas multicolores…Cuando por sus grandes y numerosos ventanales  penetra la luz del sol, el efecto es magnifico… El cuadro que preside la capilla es un Calvario pintado sobre tabla de Alejandro Ferrán (Madrid 1843-1917).


 
En la falsa cripta (a la capilla se accede por elevada escalinata y al descender a la cripta lo que hacemos es situarnos al nivel del suelo), nos encontramos con el monumento escultórico fúnebre de María Diega, labrado por el escultor Angel García Diaz (Madrid 1873-1954) con blancas figuras de ángeles portando el ataúd que se alzan sobre basamentos de jaspe negro.



Pero no solo encargó obras religiosas y benéficas, también la condesa encargó a Velázquez Bosco un poblado para una explotacion agraria y ganadera a la salida de Guadalajara en dirección a Cuenca. 

Magnífico palomar en Villaflores

 Antonio Herrera Casado, cronista oficial de Guadalajara, nos lo contaba:

"Villaflores, entorno a proteger"

En el actual término municipal de Guadalajara, enclavado en un territorio que durante siglos fue término de Iriépal, asienta el llamado "Poblado de Villaflores", un conjunto de edificaciones y espacios constituyentes de una explotación agraria y ganadera, que en los últimos años del siglo XIX fue ordenada construir, conforme a un plan racional y homogéneo, por su propietaria la condesa de la Vega del Pozo. Se encuentra este poblado en el borde de la antigua galiana de ganados trashumantes, que desde tierras y sierras de Molina y el Ducado se dirigían a la Mancha, Extremadura y Andalucía (...)Tras la revolución liberal de comienzos del siglo XIX, estos terrenos pasaron a la familia de la Vega del Pozo quienes afortunadamente para Guadalajara tuvieron una clara visión social en su actuación.
 En este enlace dedicado a los palomares pueden verse fotos de todo el poblado

Nota.-Para los horarios de visita al Panteón llamar a la Oficina de Turismo. 949 88 70 99





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