domingo, 10 de octubre de 2010

Las cigarreras




El de cigarrera ha sido uno de los trabajos más típicos y tópicos desarrollados por la mujer en España en el siglo XIX y buena parte del XX... Es incluso un trabajo que saltó las barreras y protagonizó una novela escrita en 1845 por Prosper Mérimée y luego llegó a las altas cimas de la ópera de manos del compositor, también francés, Bizet, en 1875... Y recientemente las películas de Saura y de Vicente Aranda, los ballets de Gades y de Távora, la obra teatral de Gala, ... quizá no haya habido oficio femenino más reconocido a todos los niveles que el de cigarrera.

Ella encarnó un personaje más allá del tópico del ideal femenino...hasta que ella misma se convirtió en otro tópico: la mujer del pueblo que consigue su independencia económica y se transforma en una mujer segura y rebelde que rebasa los límites que imponía la sociedad a la mujer...



Pero para conocer la auténtica realidad de este oficio nada mejor que leer el revelador libro, producto de una brillante tesis doctoral. escrito por Paloma Candela Soto, titulado Cigarreras madrileñas: trabajo y vida (1888-1927), y editado por Tecnos en 1997. En sus páginas queda claro que el mito fue tan fuerte que ocultó la dura vida laboral de sus protagonistas.

Junto con la actividad textil la del tabaco fue la que mayor población femenina ocupó, pues a finales del s. XIX había algo más de 27.000 cigarreras trabajando en las 11 fábricas de Tabaco existentes en España: Sevilla, Madrid, La Coruña, Valencia, Cadiz, Alicante... La producción del tabaco en España se inició hacia 1610 en Sevilla con tanto éxito que pronto fue necesario construir un gran edificio que fue un gran ejemplo de la arquitectura industrial y que hoy día aloja a la Universidad sevillana.

En un principio -según Paloma Candela- el trabajo era exclusivamente realizado por varones ....como casi todos los trabajos remunerados pero una circunstancia propició el gran cambio...Y esta circunstancia fue que el uso del tabaco aspirado, en polvo o rape, decayó y fue sustituido por el pitillo, con lo que se abrió una nueva "época" y variaron las formas y métodos de trabajo, se exigió mayor pulcritud y más rapidez, un trabajo a destajo y salarios más pequeños...

Dibujo de la Fábrica de Tabacos de Madrid a finales del XIX (fotografía obtenida del libro citado)

Fue al parecer en la Fábrica de Cádiz donde alguien tuvo la siguiente feliz idea: "La fuerza [de trabajo]debe pertenecer al sexo "débil", porque no vigor y fortaleza, sino delicadeza y primor exige su ocupación [...] Un taller de hombres produce mas labor que otro de igual fuerza de mujeres; pero no son los productos de ellos tan limpios y bien acabados. No se debe pues sacrificar al hermosura y la perfección a la abundancia, cuándo ésta puede conseguirse sin sacrificar nada".

Tanto éxito tuvo esta idea y tanto se aplicaron en esta línea que a finales del XIX la Fábrica de Sevilla contaba con 5.331 cigarreras y la de Madrid con 4.586... Pero aquella humildad y sumisión soñada por los primeros promotores pronto quedó olvidada. Con altibajos pero imparables, las cigarreras tomaron conciencia de su número y de su fuerza...se supieron una voz con eco en el mundo laboral y en su entorno social...y hablaron y actuaron alto y fuerte, defendiendo su dignidad profesional, sus salarios y el mínimo bienestar conseguido para sus familias.




Pero tras año de mantenerse en auge, llegó el maquinismo y se inició el declinar de su trabajo artesano...Fue una larga marcha de luchas, victorias y derrotas que ha dejado un gran hito en la historia del trabajo femenino.

(fotografía obtenida del libro citado)

El magnífico dibujo de Díaz Huertas que apareció en la emblemática revista La Ilustración Española y Americana en 1890 nos muestra la inconfundible figura de las cigarreras madrileñas cuando entraban o salían de la Fábrica de Tabacos de Madrid en la calle de Embajadores

Otro libro imprescindible (que aconseja la propia Paloma Candela) es la novela de doña Emilia Pardo Bazán (1851-1921) La Tribuna. Para documentarse doña Emilia convivió durante unos meses con las operarias de la fábrica coruñesa conocida como La Palloza . Amparo, su protagonista, es una joven cigarrera republicana a través de la cual conoceremos perfectamente cómo era el trabajo y el ambiente de las fábricas de tabaco.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me sorprende este blog del que me habían hablado pero que no conocía. TIenen para mi dos cosas muy valiosas: la amenidad de las historias sobre los lugares y las oportunas fotografías. Lo seguiré. Alejandro

Mercedes dijo...

Muchas gracias por esta entrada, María Rosa, cuentas muchas cosas y muy bien en pocas palabras. Bonito homenaje a las cigarreras.
un beso

Anónimo dijo...

¡¡¡Genial!!!
Sin palabras.
¿Para cuando una película sobre cigarreras?
Besos
Hildy