TOLEDO, MIL HISTORIA QUE CONTAR ( Y 4)
ELOGIO Y NOSTALGIA
Nadie debería efectivamente ir a Toledo sin recorrer despacio el panorámico paseo de circunvalación (paseo y carretera) que permite valorar en todo su esplendor esta “peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de las ciudades” como lo denominó Miguel de Cervantes que también admiró y amó esta ciudad diferente. Y nadie debería recorrer rápidamente sus empinadas calles, ni entrar y salir deprisa de sus templos y sus palacios, ni quedarse en la superficial visita “turística”, sino intentar disfrutarla despacio y con sabiduría, contemplando, por ejemplo, la panorámica del grandioso templo de San Juan de los Reyes, desde el Mirador del Cerro de la Virgen de Gracia, antes de penetrar en él y sentirse anonadado por su majestad.
La Puerta del Sol toledana
Hay tantas y tan diversas historias entre sus muros que son como una fuente inagotable de conocimiento y sorpresas, es una ciudad que no se agota, que no se deja atrapar, que siempre nos reserva algo nuevo que descubrir, una historia o una leyenda inolvidable... como la de la fiel esposa del alarife constructor del puente de San Martín, el que enlaza la comarca de los Montes de Toledo con Extremadura, por donde entraban las grandes carretas con los bloques de piedra para construir la Catedral y junto al cual aún pueden verse los restos de un torreón donde, al parecer, se consumaron los ilícitos amores del último Rey Godo, Don Rodrigo y la hija del Conde don Julián el cual , para vengar la afrenta, dicen facilitó la invasión de los árabes en aquel remoto 711 que cambió totalmente la historia de España y algo también la del mundo.
En el otro puente, en el del Alcántara, que pese a su nombre totalmente árabe tiene su origen en la época romana, cuando aquí se cruzaban las calzadas que enlazaban con Mérida y las que partían hacia Zaragoza, aún resuenan las lágrimas y los suspiros de la princesa Galswinta, hija del rey visigodo Atanagildo que en el 566 se casa con el cruel Rey de los Francos, Chilperico y que aquí se detuvo para el último adiós a sus padres y a su ciudad...y a su vida, pues murió poco después asesinada por su esposo.
Y en la ermita del Cristo de la Vega, veremos la mano aún desclavada de Jesús para testificar a favor de una mujer burlada, cuando así fue demandado por el Juez, como nos cuenta Zorrilla en el poema titulado “A buen juez mejor testigo”.
Toledo no se acaba nunca de conocer...
Nota.- Aunque esté tan cerca de Madrid (70 Km.) es un error imperdonable dedicarle un solo día, se merece, como mínimo, un largo fin de semana… o mejor aún, regresar con frecuencia y seguir cada vez una ruta diferente. Y no hay que dejar de visitar el Parador de Turismo: un perfecto Cigarral, con una impactante vista de Toledo desde la terraza de su cafetería.
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