lunes, 8 de febrero de 2021


 Viajando por Europa.  

  Castillos de Francia (1)

En este blog viajero que inicié el 21 de enero del 2007. es decir hace 14 años, y en el que voy contando, con el apoyo de las fotografías,  mis viajes por España y también muchos por México y algunos por Portugal, voy a evocar en esta ocasión un precioso recorrido que tuve la suerte de poder hacer "tranquilamente" por una parte de Europa hace unos cuantos años.

Ahora que el poder viajar libremente nos parece un sueño, el hacerlo a través de los recuerdos, las fotografias y los apuntes que, como es mi caso, reflejo en el cuaderno que siempre me acompaña, es como "un volver a vivir". 

Empezamos este viaje saliendo de Madrid un 2 de septiembre muy temprano y tras comer en Biarritz y admirar sus preciosas playas seguimos rumbo a Saint Martin le Beau donde cenamos y dormimos en un encantador hotelito. 

Al siguiente día, 3 de septiembre, amaneció una preciosa mañana y a las 9 en punto estábamos entrando en el castillo de Chenonceau en el famoso valle del Loira. Un valle para dedicarle todo el tiempo del mundo y poder visitar todos sus castillos con la misma tranquilidad que visitamos este.

 

 

  

Un buen folleto publicitario que guardo entre mis fotos nos  sitúa todo muy bien.

 El castillo es un joya  del Renacimiento francés, mandado construír en 1513 por el Intendente de Finanzas del rey Francisco I,Thomas Bohier, el cual tenía una divisa:

 "Si consigo construir el castillo, se acordarán de mi"

 El acceso ya promete... 


 Pero el asombro nos deja emocionados ante tanta belleza.

  

El rio Cher es un espejo inmóvil a los pies del Castillo.

Catalina Briconnet, la esposa  de Tomás Bohier, tuvo una influencia determinante en el estilo de su construcción ya que era ella la que supervisaba las obras, mientras su marido combatía en Italia.

El castillo fue edificado en el cauce del rio Cher, sobre los pilares de un molino y del castillo propiedad de la familia de los Marques desde el siglo XIII, a los que se había comprado. 

 

El arquitecto se cree fue un maestro de obras llamado Pierre Nepveu, alias Trinqueau,.

Pero en 1513 tras la muerte de Thomas Bohier, su hijo Antoine tuvo que ceder el Castillo a la Corona para poder pagar las deudas contraidas por su padre. 

 DIANA DE POITIERS en  CHENONCEAU

Reinaba en Francia en aquel tiempo Francisco I (el rey admirador y protector de Leonardo da Vinci como veremos) cuyo cuarto hijo Enrique (1519 - 1559) fue el que le sucedió en el trono, en 1547 con el nombre de Enrique II.

La princesa Catalina de Médicis fue la esposa de Enrique II desde 1533; tuvieron diez hijos, entre ellos a Isabel de Valois, tercera y muy amada esposa del rey de España Felipe II, y madre de sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina-Micaela.

Pero Enrique II en 1538, cuando aún era "El Delfín", conoció e hizo su amante a la bellísima viuda Diana de Poitiers y la regaló este precioso castillo de Chenonceau.

 Durante un torneo el rey fue herido accidentalmente de tal gravedad que los médicos nada pudieran hacer para salvarle, y falleció el 10 de julio de 1559. 

Diana fue obligada por la reina Catalina de Médicis a devolver el castillo a la corona, a cambio de entregarle  el  de Chaumont-sur-Loire, que se encuentra a pocos kilómetros del de Chenonceau.

 


 La historia del castillo quedó marcada por las mujeres que en él residieron o fueron sus propietarias. Entre ellas destaca Luisa de Lorena-Vaudémont, la viuda del rey Enrique III de Francia que, cuando este fue asesinado en 1589 se recluyó en una habitación de este castillo y  mantuvo su duelo durante 11 años.


Todo el conjunto es de una gran belleza, como esta casa de la Cancillería, junto al Jardín de Diana.

  El 5 de abril de 1913, por medio de una subasta judicial el castillo fue adjudicado al precio de 1.361.660 francos a Henri Menier (1853–1913), personaje de la alta burguesía industrial y propietario del Chocolat Menier, pero Henri falleció en septiembre, siendo sucedido por su hermano Gaston (1854-1934), quien lo ha transmitido a sus descendientes. 

Durante la primera guerra mundial (del 28 de julio de 1914  al 11 de noviembre de 1918), Gastón Menier, que era su propietario, mandó acondicionar en  la galeria de 60 m. de largo que atraviesa el rio Cher (y que había mandado construir la reina Catalina) un hospital temporal, cuyos diversos servicios ocuparon todas las salas, incluida esta galeria, y allí se atendieron a numerosos heridos. Una placa conmemorativa recuerda aquí estos hechos.   



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