Y emociona visitar lugares y saber que por allí estuvo Cervantes, observando…¡igual que nosotros!... Por ejemplo, la mención a la novela la “Española inglesa” enfrente del Monasterio de Santa Paula, nos lleva a la convicción de que él también oyó cantar a las monjas Jerónimas y se admiró de su Monasterio…
Igual que la protagonista, la bellísima Isabela que sólo hallaba consuelo y paz en Santa Paula donde estaba su prima, “la monja que mejor cantaba de Sevilla”, porque Isabela, mientras duró su pena, “jamás visitó el río, ni pasó a Triana, ni vio el común regocijo en la campo de Tablada ni en la Puerta de Jérez el día, si le hace claro, de san Sebastián”…
Y como el Monasterio se lo merece, estamos aquí mostrando algunas de sus bellezas, recomendando que si se visita Sevilla no se deje de conocer este rincón de paz, y de visitar su Museo, el primero de una clausura que se ha abierto en Sevilla, permitiéndonos contemplar sus maravillas, con obras de Alonso cano, Martínez Montañés...
Y tampoco se dejen de comprar las buenísima mermeladas que fabrican sus entrañables monjas…
En esta colorista fachada colaboró el célebre ceramista italiano Niculoso Pisano, que también realizó la lauda sepulcral de un enigmático personaje, de curiosa leyenda que contaremos cuando vayamos a la Iglesia de Santa Ana en Triana...
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1 comentario:
Preciosa segunda parte. Donde, es cierto, podemos imaginar a don Miguel de Cervantes... con tanta penuria como pasó en Sevilla... imaginando ya a sus personas, que han quedado -para siempre- entre sus obras inmortales. Por esto reitero:
-Andalucía, tierra de luz y poesía.
Enhorabuena
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