jueves, 29 de noviembre de 2007

Lleida una ciudad con sorpresas (2ª parte)

Y empecemos con las sorpresas de Lérida...Enseguida nos damos cuenta de que una parte de la ciudad está en llano, junto al rio...pero hay otra parte muy alta, altísima más bien...

Para subir a la cual, a parte de muchas escalinatas y calles empinadísimas, algún alcalde misericordioso decidió poner esta comodísima escalera mecánica que alivia, al menos, la mitad del camino... porque la otra, según nos dicen, se resuelve con un ascensor...Pero ¡¡vayamos con más calma!! Y paseemos sus calles peatonales


Pero siempre mirando hacia arriba

Pasemos ante la majestuosa Catedral Nueva...vislumbrando la Vieja


Y visitemos su elegante Ayuntamiento o Casa de la Pahería. Es un edificio del s. XIII que evoca la arquitectura civil románica en Cataluña donde al entrar vemos un patio cuadrado rodeado de arcos de medio punto

Con insólito subterráneo de interesantes espacios medievales


Y luego vayamos ante el Arc del Pont para ver dos brillantes estatuas de puro bronce... Representan dos fornidos guerreros, uno eleva sus brazos al cielo con una falcata en una mano y unas cadenas rotas en la otra... mientras otro, más joven, avanza a su lado con una lanza y otra falcata... Son los hermanos Indibil y Mandonio (del pueblo Ibérico de los Ilgetes) que allá por los años doscientos antes de Cristo se aliaron y se enfrentaron, sucesivamente, con gran bravura a romanos y cartagineses, en aquellas guerras llamadas púnicas que tanto nos costaban memorizar en el colegio

Y frente a este recuerdo de la escultura del catalán Sanmartí, que ganó una segunda medalla en la Exposición Internacional de Madrid en 1884, se encuentra un sonriente paseo


con otras esculturas más modernas y simpáticas


Y siempre junto al río











1 comentario:

*** dijo...

En esta oportunidad, coincidimos. Igual que en otras ocasiones, la autora nos ofrece su particular punto de vista, tanto gráfica como literariamente, invitando desde sus letras a otra nueva visita. Y allí coincidimos.

Un familiar cercano, quien hace años estuvo trabajando en Lérida, Lleida, me dice que esta capital le resultó "amable". Y creo no le falta razón.

Tal vez, pienso yo, por ser la capital de Cataluña más interior, y por tanto tal vez más desconocida. Cuando digo ésto, me parece referirme al corazón... de las personas, de las ciudades, de los paisajes. Cuando uno da con personas de buen corazón, o tal vez una ciudad, un paisaje, cuyo recuerdo lo guardas ahí... esa sensación se viene contigo y dura para siempre.

También como la autora, porque ella se expresa con cierta emoción entre sus letras, me emocionó a mí admirar los caudillos ilergetes Indíbil y Mandonio. Se conserva bien su monumento, junto a una de las antiguas puertas de la ciudad; frente al vado del río, en cuyo lugar se enfrentaron a cartagineses y romanos.

Frente a ellos, el río Segre discurre limpio. Para evitar los desastres de sus numerosas crecidas, han tenido la feliz idea de ampliar las orillas y construir en éstas praderas de verde y frondosas alamedas.

Con su estilo gráfico, la autora nos ilustra; y recomienda con razón que Lérida, LLeida, Ilerda, tiene sorpresas tanto en su parte baja como en su original asentamiento en el monte a cuyos pies se extiende la moderna capital. No cito más, para que el posible viajero se lleve su sorpresa, y disfrute de estas experiencias.

Recito otra vez: Ilerda, Lleida, Lérida, porque es hermoso disfrutar del conjunto de lenguas románicas que tenemos en España.

Felicidades una vez más.