Así que lo primero buscamos el edificio de las bodegas familiares de Viña Tondonia, una de las pioneras en enlazar el vino con la arquitectura de vanguardia.
Pero nos encontramos con la sorpresa de que los domingos la bodega no puede visitarse así que nos contentamos con la vista exterior... y además, imaginamos que por algún desperfecto de la puerta de entrada, de cristal, hay en su lugar una lámina de madera que desmerece mucho... y las notas pegadas al cristal también...¡lástima de descuidos!
María José López de Heredia, la actual propietaria, conectó en 2002 con la arquitecta iraní Zaha Hadid (*), para que la diseñara un entorno digno de contener la caseta, que en 1910 llevó don Rafael López de Heredia, su bisabuelo, a la Exposición Internacional de Bruselas; una especie de tienda-kiosko realizada íntegra y magnificamente por artesanos de Haro con el diseño del emprendedor don Rafael.
Y nada mejor para ello, decidió Hadid, que crear una botella, frasca o decantador del preciado vino... Este edificio alberga, además de la caseta, la tienda y las salas de cata... un puro contraste con todo lo demás, pues esta bodega sigue funcionando con todos los métodos tradicionales hace 131 años, lo que la convierte en la primera de Haro.
Efectivamente, no sólo con el interior, sino también con el exterior, establece un fuerte contraste la realización de la arquitecta iraní. El edificio residencial, sobre la bodega es muy caprichoso, inspirado en las casas de los pueblos franceses de Aquitania. Especialmente la torre mirador se ha convertido en un símbolo pues aparece en las etiquetas de todas las botellas.
Además esta torre servía de observatorio para contemplar los viñedos del entorno y prevenir los cambios del tiempo, y se la dio el simpático nombre de "Txori Toki" que en euskera quiere decir: "Casita de pájaros".
La casa donde residía la familia desde 1886 y que también se incorporó a las etiquetas, hubo que ampliarla en vista de los numerosos hijos y así se unieron dos edificios mediante una alegra y artística galería.
Entramos en el pueblo por una calle bordeada de bodegas con solera y llegamos a la elegante plaza Mayor,
presidida por un soberbio ayuntamiento, obra de Juan de Villanueva de 1769.
En un ángulo un sólido torreón alberga el Museo de Arte Contemporáneo
y muy cerca, por estrecha calle, llegamos, guiados por la esbelta torre, a la iglesia de Santo Tomás
con elaborada fachada renacentista
y magnífico interior
Nos vamos de Haro a sabiendas de que dejamos casi todo por ver, y con la firme promesa de regresar en el otoño. Entonces seguiré contando...
3 comentarios:
Well, all I can say is. Im hungry.
that's way too cool.
Otras bodegas, otra gloria de un sistema ancestral aplicado por el ser humano para extraer licores de la vid.
Muy buen reportaje, incluso sin poder visitar el interior de las instalaciones. Otro detalle bueno, tal y como nos viene ilustrando su autora. Enhorabuena y ¡Salud!.
P.M.O.
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