Tras desayunar salimos del Hostal las Grullas tan contentos
y volvemos al Centro de Interpretación, donde no está Carmina, pero si Andrés, que también es un gran entendido y nos explica muchas cosas, y nos aclara la dificultad de saber fechas y horas para apreciar con precisión el fenómeno de la llegada y partida de las grullas…
Ellas son libres y listas y eligen sus horas y sus días en función de muchas variables… Este fin de semana ya “sólo” quedan varios miles por emigrar hasta Finlandia pero, aunque las condiciones atmosféricas de viento, sol, temperatura etc. son buenas, no se sabe a que hora, entre las 11 y las 13 horas emprenderán su gran vuelo…así que lo mejor es volver a mirar por el telescopio y pensar que hay que volver con calma y dedicarse sólo a la laguna y sus habitantes y acudir con los guías a los refugios-miradores a dejar pasar las horas hasta poder admirar sus vuelos…
Y esto nos hace reflexionar que estamos demasiado acostumbrados a “consumir” también las experiencias de los viajes y esto no es un parque temático (¡¡¡afortundamente!!) donde pagas tu entrada, y en el día y la hora marcada te sientas tan cómodo a ver pasar las grullas… Esto es Naturaleza en estado puro, y es todo un fenómeno este gran viaje que llevan realizando las aves desde hace sin duda varios siglos, y en el cual Gallocanta es uno de los principales eslabones…y por tanto se merecen todo nuestro tiempo para disfrutarlo sin prisas…Así que decidimos regresar el año próximo para seguir los sabios consejos de los guías del Centro de Interpretación y disfrutar a tope de nuestras grullas viajeras.
Y ya salimos para Madrid… pero aún disfrutamos del paisaje con almendros en flor
y de una paradita en Alcolea del Pinar para recordar una vez más la proeza de Lino Bueno al construir su Casa de Piedra.